domingo, 21 de abril de 2024 - Escrito por: José Sáenz

Nuestra óptica colonial

En una sobremesa como cualquier otra, nos disponíamos a arreglar al Perú.

Paternalistas. Arrogantes. Altaneros.

Así debe vernos la gente. Esa gente que no somos nosotros. Esa gente por la que el país está como está. Aquellos cuya mentalidad retrógrada tenemos que cambiar, si queremos mejorar al Perú.

Los que votan como votan porque no piensan. Porque les falta educación.

Si tan sólo fueran un poco más como uno. Si tan sólo los pudiéramos volver un poco más como uno. Para que dejen de reproducirse como conejos. Para que no voten por odio o a cambio de un táper. Una lavadita de cerebro nomás, para que piensen como yo.

Porque son todos los demás quienes deben cambiar.

¿O seremos nosotros los que hemos fallado?

200 años después quizá deberíamos declarar el fracaso de esa óptica colonial.

Reconocer que el progreso que ha habido es más bien gracias a ellos y a pesar de nosotros. Que es por nosotros que el país se estanca. Y que es esa gente que trabaja en silencio o protesta enérgicamente la que nos hace avanzar.

Quizá seamos nosotros los que deberíamos cambiar de actitud, darle la vuelta a nuestros prejuicios, y disponernos a aprender.

No es que la gente no sepa ver más allá de sus intereses. Somos nosotros los que no hemos sabido articular un discurso político que encaje con sus intereses.

Somos nosotros los que tenemos dinero para gastar y tiempo libre para incursionar en política, o para mantener un blog. Somos nosotros los que no hemos hecho nuestro trabajo. Los que no hemos querido acercarnos con respeto para conocer al otro. Los que utilizamos figuras como “bajar al llano” o “ensuciarse las manos” que nos ayudan a mantener una apropiada distancia.

Los que afirmamos con descaro que “ay pobrecitos, les falta educación”. Por favor, ¡por Dios, que alguien los eduque! y nos resuelva este problema.

Hay que educarlos. Hay que poner orden. Hay que acabar con la corrupción… Tantos, infinitos “hay que”. Que por supuesto siempre es otro el que debe ejecutar.

Terreno fértil para que venga a salvarnos el siguiente dictador; que llegará como si lo estuviéramos invocando. Pero cuando esté aquí nos haremos los sorprendidos. Y quizá lamentemos, un poco más esta vez que la anterior, cuando vuelvan a desaparecer a unos cuantos de esa gente.

Rinse and Repeat

Para dejar de repetir el ciclo, si no vamos a ayudar, por lo menos deberíamos dejar de estorbarles.