lunes, 8 de octubre de 2007 - Escrito por: José Sáenz
Es 8 de octubre... ¡Y tú qué celebras, oye!
No entiendo por qué diablos seguimos celebrando combates, batallas y guerras que perdimos.
Discúlpenme y no me malinterpreten. No es que me disgusten los feriados; me sirven. Tengo bastante que hacer aquí en casa tanto como en la oficina. Y el descanso merecido también se agradece.
Pero no entiendo por qué diablos seguimos celebrando combates, batallas y guerras que perdimos. No tiene ningún sentido.
Pero murieron con la frente en alto habiendo peleado como caballeros, dicen. ¡Y a mi qué coño me importa! Es como celebrar a la selección por perder pero jugando bonito. Oh, esperen. ¿Eso también lo hacemos? Estoy empezando a reconocer un patrón aquí; y uno con círculo vicioso y autodestructivo incorporado.
Al diablo con las batallas perdidas, demagogos, militaristas trasnochados y, lo que es peor, perdedores.
Comencemos mejor a ganar nuestras propias batallas.
¡Ponte a trabajar!