domingo, 4 de setiembre de 2005 - Escrito por: José Sáenz
¿Los marines invadiendo Haití?
«La gente negra se encuentra tan atrapada y aislada por su pobreza ahora, como lo estaban por las leyes segregacionistas cuando vigentes»
El lamentable desastre que esta semana cayó sobre el sur de Estados Unidos ha servido para hacernos testigos una vez más, no sólo de cuánto más engolada puede salirle la voz al Presidente Toledo o de qué tan oportunista puede llegar a ser el Presidente Chávez.
Sobre todo, nos ha demostrado cuan profundamente clasista y racista es la política del gobierno norteamericano de la administración Bush II así como, en alguna medida, la sociedad que representa.
Al ver las imágenes del desastre uno podía fácilmente verse confundido. Las consecuencias habían sido atroces, dejando a las víctimas enmarcadas en un escenario propio más de un país del tercer mundo que de los EE.UU.
Más elocuente aún resulta la composición demográfica de la población afectada con mayor fuerza. Los muy pobres o muy débiles y enfermos que no podían hacerse de los medios para dejar la zona de desastre antes de que el huracán cayera sobre ella. Fundamentalmente negros, además.
”La gente negra se encuentra tan atrapada y aislada por su pobreza ahora, como lo estaban por las leyes segregacionistas cuando vigentes” anotó Mark Naison, catedrático blanco de Estudios Afro-Americanos de la Universidad de Fordham en el Bronx. O como por el Apartheid sudafricano, se podría anotar.
Una situación que bien conocemos en el Perú, donde cinturones de pobreza y barriadas se hicieron característicos de nuestras ciudades más importantes. Las afueras, a donde son arrimados aquellos a quienes no alcanza el chorreo, también existen en el primer mundo. Lo cual nos lleva a preguntar si no estarán ellos haciendo algo tan mal como nosotros.
Algo como reducir el presupuesto de las agencias encargadas de prevenir desastres ya previstos en la zona; sabiendo quienes podían ser los más afectados. Mientras se reducen los impuestos a los más ricos. Algo como carecer de la sensibilidad necesaria para identificarse con las víctimas; hasta que las recriminaciones de la prensa le hacen reaccionar y reconocerlos como seres humanos.
La tardía reacción del gobierno de Bush (hijo) se ve mejor ilustrada cuando se señala que el caos desatado era ya tal que la primera labor de las tropas era recuperar el orden. Amedrentar, capturar o matar a delincuentes y saqueadores para que la labor de rescate pudiera llevarse a cabo tranquilamente.
A diferencia del 11 de septiembre, cuando vimos a una nación reaccionar unida cuando fue golpeada en el corazón de su orgullo nacional, el presente desastre a desnudado a la norteamérica que usualmente permanece escondida. Aquella donde una misión de rescate puede, soprendentemente, parecerse demasiado a la invasión de los marines a Haití.