viernes, 14 de enero de 2005 - Escrito por: José Sáenz

De un instrumento de venganza a una historia de amor

Todo indicaba que se trataba de un libro de infidencias faranduleras con escaso valor literario y poca trascendencia. Un nuevo periodista-vuelto-escritor queriendo hacer la de Jaime Bayly con su ópera prima.

No pensaba leerlo, en un principio. Si no me lo hubieran regalado, no lo habría hecho. Los comentarios que había escuchado y las frases sueltas que había leído publicadas como adelantos me quitaban todo interés.

Todo indicaba que se trataba de un libro de infidencias faranduleras con escaso valor literario y poca trascendencia - medida esta en términos de currícula escolar oficial para el curso de Literatura Peruana de cuarto de media, claro. Un nuevo periodista-vuelto-escritor queriendo hacer la de Jaime Bayly con su ópera prima.

Las primeras páginas del libro, Maldita Ternura, confirmaron este prejuicio. Si bien, también confirmaron lo que ya se sabía: que su autor, Beto Ortiz, no escribe tan mal, para qué.

Imposible abstraerse del mundo real mientras lo lees. Cada nombre y cada referencia del libro son una llamada a reconocer en el personaje mencionado a algún conocido periodista, político o presentador de televisión. Por lo general, citados, además, para hacer escarnio de ellos a manera de saldo de cuentas por alguna afrenta hecha en el pasado.

Inútil preguntarse si un lector no contaminado de realidad nacional, aséptico - extranjero, digamos -, pudiera encontrarle a los primeros episodios de esta novela un mérito distinto. Por lo menos, cabía reconocerle el de saber explotar el morbo del público por conocer las intimidades de los famosos locales de una manera entretenida y fácil de leer.

Me permito especular que ha resultado un golazo de estrategia promocional. Algo así como el gancho del libro; consistente no sólo en revelar los secretos de choliwood sino también los de su periodista más polémico e irreverente.

No es casual que el personaje central y narrador de la historia sea homónimo del autor, comparta con él antecedentes biográficos, ni que se presente literal y metafóricamente desnudo en más de una oportunidad. Beto Ortiz, nos habla de todo, pero sobre todo, de cómo es homosexual a su muy propia manera.

El que menos pretende vivir demostrando o aprendiendo a ser de mente abierta - yo incluido. Pero confieso que al continuar leyendo me descubrí más bien conservador. Inevitable, creo, ante tal profusión de extremidades, pieles y movimientos, tan detallada como certeramente descritos. Más aún, al intuir el ruborizante deleite experimentado por el escritor en sus abundantes incursiones por toda forma de trasgresión, de toda norma posible, en materia de ortodoxia sexual - religiosa y hasta penal.

Al parecer, habiendo cumplido con el gancho promocional del principio del texto, lo que tocaba era entrar de lleno a la estrategia de persuasión. Para esto, Beto Ortiz eligió una de choque. Sumergirnos, de golpe, hasta lo más hondo de la escala de valores que rige a Maldita Ternura, presentándonos lo que dentro de esta se entiende por lo placentero, en exceso.

Este es un momento crítico. Una vez que hubo estado allí, el lector, si decide continuar, ya no se sentirá tan impactado por sus diferencias con el narrador – en caso de que las hubiera – y podrá prestar atención a lo demás.

En adelante, Beto Ortiz, sin dejar de introducir esporádicos personajes famosos o de retar a los cánones sexuales, se deja llevar por una mayor sutileza. En ella, encontramos lo mejor de Beto Ortiz el escritor, así como de sus habilidades persuasivas para convencernos de que es posible el mundo de su ficción. Logramos lo que al principio parecía imposible, escapar con su protagonista de la realidad nacional para compartir con él su tristeza.

“Perseverar en un amor imposible es, ya se sabe, la más infalible receta que existe para alcanzar la infelicidad perfecta. Y eso es lo único para lo que siempre me ha sobrado método, disciplina y tenacidad.”

Al final, resulta, que era una historia de (des)amor… y/o un instrumento de venganza, que ya veremos si encuentra su camino hacia los libros de texto de Literatura Peruana para 4to, de Editorial Bruño o Santillana, por decir algo.