sábado, 11 de diciembre de 2004 - Escrito por: José Sáenz

Libertad de Prensa vs Derecho a la Privacidad

Hace falta forjar un nuevo parámetro. Algunos periodistas han salido bien librados de juicios en su contra con el argumento de que es lícito incursionar en la vida privada de la gente, siempre y cuando sea por el bien público.

Desde el punto de vista de los periodistas, la libertad de prensa se está viendo, a nivel mundial, constantemente atacada y restringida. Esta percepción nace de fallos judiciales consecuencia de quejas presentadas por funcionarios públicos o celebridades ante lo que consideran atentados contra su derecho a la privacidad.

Discernir entre lo público y lo privado se hace cada vez más difícil. Una de las razones para esto es tecnológica. Las quejas a que nos referimos aparecen en una época en la que muchos de los avances de los últimos 15 años han hecho más fácil tanto que los individuos exponga su identidad como que los medios incursionen en ella.

A la vez, los propios individuos luchan por alcanzar la celebridad presentando su intimidad en los reality shows. Esto último, muy probablemente sea consecuencia directa de lo anterior. Al perforar la tecnología las barreras entre lo público y lo privado, la consecuencia es un cambio en la concepción que la sociedad tiene construida acerca de lo que es privado y lo que no lo es. Instalamos cámaras web para comunicarnos con nuestros amigos. Nos volvemos más permisivos; los dejamos entrar a nuestras habitaciones. De ahí al live webcast, difusión en vivo por todo el Internet, hay un solo paso. ¿Cuál es la diferencia con los programas tipo Big Brother?

Sin embargo, esto sólo ha hecho evidente cómo ceden las costuras de un tejido al que estábamos acostumbrados; los parámetros tradicionales para que los periodistas tomen decisiones en su práctica diaria. . En el fondo, el verdadero cuestionamiento es a ellos. Ya no basta que se trate de un funcionario público en el ejercicio de su labor; como los que se postulan en procesos de elección popular. Su vida privada ya nos pertenecía a todos en cuanto ellos mismo nos abren sus puertas y debido a que ella nos da la medida de la verdadera clase de persona que son.

Tampoco se restringe la cuestión a personajes públicos categoría que incluye además a las celebridades. Estos se entregaron desde que ellos eligieron su profesión. En la medida que se aprovechan de los medios para crearse una imagen ante la opinión pública y promover sus carreras, sus personas constituyen modelos de rol en los que la prensa se siente autorizada a hurgar para develar si no están intentando engañar al público y venderle gato por liebre. ¿Hasta donde podemos llegar con esta licencia?

Hace falta forjar un nuevo parámetro. Algunos periodistas han salido bien librados de juicios en su contra con el argumento de que es lícito incursionar en la vida privada de la gente, siempre y cuando sea por el bien público. Entonces, para comenzar, puede argüirse que el público tiene el derecho de formarse con el ejemplo de personas realmente probas y no de aquellas que pretenden engañarlo. ¿Es realmente el presidente o parlamentario o tal cantante o actor tan buen padre como dice ser?

Llevado al extremo, cosa que periodistas y abogados podemos muy bien llegar a intentar, el argumento del bien público podría usarse para incursionar en la vida de cualquiera ya no sólo de personajes públicos. Basta con que el periodista considere que el caso de esa persona es representativo y que su difusión pública podría llevar a solucionar un problema y redunde en el bien público. Digamos que se trata de una persona con VIH SIDA que es discriminada en una dependencia pública, su centro de labores, pero que se niega a que su caso sea conocido por todos. ¿Debemos hacerlo público?

Desde el punto de vista de los periodistas, la libertad de prensa se está viendo, a nivel mundial, constantemente atacada y restringida. Desde el punto de vista de los afectados, quizá las cosas se vean un poco distintas.