miércoles, 13 de octubre de 2004 - Escrito por: José Sáenz

Cuestión de Pertinencia de la Renuncia tras la Denuncia de Cuarto Poder

La situación en la que ellos mismo se pusieron no les dejaba otra salida. A menos que se decidieran aceptar que habían cometido un error. Después, podrían haber renunciado por las razones correctas: haber defraudado la confianza de los televidentes en que iban a recibir información de calidad.

¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con el ex conductor y la ex directora de Cuarto Poder? En desacuerdo.

Espá afirmó percibir que Palacio de Gobierno estaba presionando para impedir que Cuarto Poder continúe en el aire. Sin embargo, a pesar de que Palacio pudiera desear la salida del aire del programa, nada indica que la dirección del canal estuviera cediendo a tales presiones.

Más bien, existe una coincidencia razonable de los directivos del canal con la solicitud del Presidente de la República de que le sean ofrecidas disculpas públicas. Tal coincidencia nace de un origen distinto a presiones exitosas en contra de Cuarto Poder. Nace de la necesidad de reconocer que se difundió un reportaje defectuoso.

En el fondo, es esto lo que Carlos Espá, y de su mano Roxana Cueva, se niega a hacer. No quiere darle la razón a un Presidente débil que aprovechó la tribuna de su programa para desacreditar su trabajo con razón. Prefieren dejarlo en manos del Consejo de la Prensa Peruana. Tercerizar la autocrítica, si eso es posible.

La tesis de las presiones palaciegas es muy débil. Sería necesario ser muy suspicaz y desconfiado para tomarlas como ciertas y proceder a una renuncia irrevocable a partir de ellas. Más bien parece tratarse de un caso de orgullo herido.

Denunciar presiones es el mecanismo más fácil: aprovecha una coincidencia para acusar al gobierno de atentar contra la libertad de prensa y a los directivos del canal de haber entregado la línea editorial. Dos acusaciones graves y además falsas. Ni el gobierno tiene la fuerza suficiente para presionar a nadie, aunque quisiera; ni los dueños de Plural TV se han dejado manipular por el gobierno. Por sólo esto último, en vez de renuncia, la relación laboral hubiera podido terminar en despido.

¿Fue correcta la actitud de Espá y Cueva? No.

Es evidente que el reportaje que emitieron estaba mal hecho. La gran mayoría de los periodistas que se han pronunciado al respecto y que merecen alguna mención, como César Hildebrandt y Ricardo Uceda, han coincidido en este parecer. Carlos Espá y Roxana Cueva son periodistas con experiencia y personas lo bastante inteligentes para haberlo notado ellos mismos, para haberlo sabido aún antes de su emisión.

Entonces, que lo hayan difundido tal como estaba sólo se justifica en un sentimiento de invulnerabilidad e impunidad frente a un gobierno débil. Sentimientos ambos tan peligrosos, ahora en los periodistas, como lo fueron antes en Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Para estos, ese fue su fin. Ojalá este sea el fin de la impunidad periodística. De no ser así, puede haber consecuencias peores en el futuro. Los periodistas necesitamos darnos cuenta de la responsabilidad que acarrea nuestra labor, de que podemos equivocarnos y de que cuando lo hagamos debemos rectificarnos. No podemos simplemente apuntar a voluntad a cualquier blanco que parezca fácil de derribar o contra el que nos hayamos encaprichado.

La actitud de Espá y Cueva, entonces, no sólo fue incorrecta, sino también irresponsable. Sembraron una duda injustificada en la opinión pública acerca de la independencia de Canal 4. Tal acusación, de ser exitosa, podría traerse abajo una ventana más o menos crítica en la televisión. Además, pusieron innecesariamente a sus compañeros del área periodística del canal en la disyuntiva de renunciar o no, haciendo peligrar su trabajo.

El Programa Cuarto Poder hizo una apuesta cínica. Pensó que podía soltar una acusación defectuosa contra el presidente, salirse con la suya y además, conseguir que Alejandro Toledo se sintiera agradecido porque le permitieran presentar sus descargos a posteriori. Sensación de impunidad y una profunda falta de respeto por el Presidente. La reacción de Toledo, sin haber sido la mejor, los tomó de sorpresa.

Finalmente, ¿debieron renunciar, como lo hicieron, Roxana Cueva y Carlos Espá?

La situación en la que ellos mismo se pusieron no les dejaba otra salida. A menos que se decidieran a romper con su esquema mental, dejar el orgullo de lado, aceptar que habían cometido un error, darle la razón y las disculpas del caso al presidente Toledo. Esta hubiera sido una mejor opción. Después, podrían haber renunciado por las razones correctas: haber defraudado la confianza de los televidentes en que iban a recibir información de calidad.